viernes, 2 de octubre de 2009

Baloncesto alevín

Desde muy pequeños todos mis amigos, y yo, hemos sido bastante deportistas, antes lo practicábamos, ahora a la mayoría nos gusta más verlo en la tele o en la grada si es económicamente viable. Os trataré de contar algunas de la experiencias que vivimos los componentes de un equipo de baloncesto alevín, infantil y juvenil del Menéndez y Pelayo y primeros cursos del Instituto.

En aquel tiempo el pabellón (de arriba) estaba en construcción, así que el único sitio para practicar nuestro deporte favorito era el colegio, lo malo es que cuando acababan las clases lo cerraban a “cal y canto” y el único modo de acceder a las pista era saltándose la tapia, con la consiguiente bronca de Diego el conserje cuando nos pillaba. Para ello había tres zonas: frente a la tienda (de la madre de la coca) había una gran fabiola por la que tras pegar un salto para engancharnos a la parte alta del muro, nos agarrábamos a sus ramas e íbamos descendiendo por el tronco hasta el suelo; el mismo método se usaba un poco más abajo donde había un pequeño pino; la otra opción era por la puerta peatonal que era un poco más baja que el propio muro.

Una vez dentro, si no había nadie mayor usándolas, podíamos disfrutar de las pistas reglamentarias con todas sus líneas y el aro a su altura, porque la mayoría de las veces, cuando éramos pocos, teníamos que jugar en casa del Márquez o la mía, dónde teníamos un tablero cogido con alcayatas a la pared, a la altura que se pudiese para evitar la última fila de tejas y sin líneas ni nada parecido, la línea de personal era una grieta en el hormigón y la de tres era “pegao a la pared” … le teníamos tomada mejor la medida a estas “canchas” que a las reglamentarias, por supuesto el Márquez en su casa era un “crack” ¡qué “vicio”!.

Otra historia eran los entrenamientos. Primero D. José Luis, después Angel Rico y por último “el Trisky” fueron nuestros entrenadores en aquella época, pero sin duda alguna el que más nos hizo sudar fue este último: nos ponía a “picar piernas” (en posición semiagachado moviendo las piernas rápidamente) y para hacerlo más complicado aún subiendo y bajando escaleras; también nos hacía correr de lo lindo y recuerdo un día que nos sacó del colegio dirección “Las Ardefillas” (Adelfillas, ya lo sé) y luego por los “cercaos” de detrás de la calle Ayamonte, de noche … más de uno llegó ensangrentado de los “guarrazos” que se metía en las regatas que cruzábamos y apenas se veían.

Y … ¿qué me dicen de los desplazamientos? Algunas veces íbamos en autobús y eso de ir todos juntos se disfrutaba muchísimo, además aprovechábamos para irnos ambientando y cantábamos canciones “de guerra” del tipo “Oh benuno, oh yeye o Benuno …” (o algo así). Otras veces, eran nuestros padres quienes nos llevaban en sus coches particulares, ¡no he pasado más miedo en un coche que con el Molina!, ese hombre con tantos ticks, no podía estarse quieto al volante, no paraba de dar brincos, tocar botones y subir y bajar el cristal de la ventana para escupir (a manivela, nada de botoncitos)… una vez de tanto bajarlo y subirlo, se hizo “la picha un lio”, subió el cristal y luego escupió … la carcajada de los que ocupábamos el vehículo fue monumental y siempre quedará aquella anécdota para contarla cuando nos vemos y hablamos del tema.

11 comentarios:

  1. Po si, que buenos tiempos aquellos Josemari, que recuerdos... Eso era disfrutar y no tanta play y tanta historia como ahora. Tambien recuerdo cundo ibamos a correr a esos pueblos...

    SajurbaC

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  2. Y de tu hermano gemelo Rafael, ¡valla patinazo!

    Saludos

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  3. Casi me meo con lo del molina...

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  4. Pues no es la única anécdota que tiene.

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  5. y de FFeffillo no tienes ninguna anécdota???.

    (ya sabes el utillero de la Olimffica)

    C.A.M.

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  6. Claro que las tengo, fué compañero mio durante dos años (4º y 5º de EGB), es un tio muy especial. Ahí llevas un par de ellas:

    El pobre tiene muy poco sentido del gusto y se comía las gomas de borrar para el deleite de los demás, pero no las "Milan Nata" que olían muy bien y le daban ganas a cualquiera, sino las normales y las raras como las gomas de boli (esas que eran finas y largas, por un extremo blancas y por el otro como papel de lija).

    Otra vez, como él era 1 ó 2 años mayor que nosotros, le llegó "el estirón" cuando nosotros éramos muy niños. Un día, las cosa de los chavales, nos enseño su "aparato" y nos quedamos todos impresionados con las dimensiones del elemento; dicíamos entre carcajadas (por lo grande) que era como el cerrojo de la verja de la iglesia (nosotros por entonces aún con "cunina").

    Espero que tengas suficiente, porque ahora mismo no se me viene nada más a la cabeza.

    (Saludos al gran Pepe, si lee esto).

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  7. Pepillo era y es un crack jeje.
    Josemari, me acabo de acordar de ese maravilloso viaje a Gibraltar con la Eli, ya nos cogió en el Instituto pero también tiene muchas anécdotas dignas de mención.

    SajurbaC

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  8. Oido cocina ...
    Po ya están dos en la recámara: las botellas del +x- y el viaje del "ritmo de piano" jajaja.

    Saludos

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  9. jeje ese viaje es el mismo al que yo hago mencion no? creo que si.

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  10. Hombre, te has decidío a crear tu perfil, "mu bien".

    Si, por supuesto que es mismo viaje, esa era la musica que había "ritmo de piano" (ritmo de la noche) y "I promise myself" de Nick Kamen, tremendo todo el viajito con la misma música.

    Ya no cuento más ná, que al final me quedo sin entrada.

    Saludos

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