A-E-I-O-U

Muy bieeeeennn! … ¡os sabéis las vocales! y no crean que es “moco de pavo” que un compañero de 5º de EGB (y aún amigo), con 10 añitos largos, no se las sabía el día que Don Fernando se las preguntó (tal vez lo haya contado ya, pero se puede repetir ¿no?):
- “A ver, “fulanito”(no voy a ridiculizarlo más, aunque alguno de ustedes quizá sepa a quién me refiero), dime las vocales”.
- “Laaaa “A” … mmmm … la aa aaa “E” (con más miedo que siete viejas, porque se lo estaba viendo venir) … aaaaeeeee … la “O” … mmm … Don Fernando … es que ya no me sé más …
Eso no era darle “ostias”, más bien tirárselas todas encima … ¡qué manta de palos! …

Pero vamos a lo que vamos; no pretendo daros una clase de lengua (a pesar de que más de uno la necesitemos … sobre todo de ortografía …), sino retomar aquella antigua saga de entradas que tan buena acogida tuvo por la “crítica especializada catumbera” (oséase, vosotros); volvamos a recordar otro de aquellos juegos infantiles, con el que tantas horas de recreo nos entretuvimos y que hoy no se ven por las calles ni “a la de tres” … ¿cómo se va a ver, si por no haber no hay ni niños?... (eah! Pues aquí llevan, sin proponérmelo, una clase de ortografía: diferencia entre “a ver” y haber”).

El “A-E-I-O-U” era una especie de “juego del pelotazo” pero con una dinámica diferente … y un castigo diferente también, ya que no era suficiente con el pelotazo recibido sino que había que “indiñarle más” (ya llegaremos…)

No se si fueron los profesores de educación física quiénes nos enseñaron el juego, como un preámbulo a la práctica del voleibol o fue al revés, que D. José Luis (profesor de gimnasia del Menéndez por excelencia) nos viese jugar en los recreos y viese la parte didáctica de juego (por pequeña que esta fuera).

¿En qué consistía el juego?

(Ya está aquí el “pesao” de las preguntas) Pues consistía en “arremolinarse” el grupo de niños en una zona y dándole golpes al balón hacia arriba (a modo de pase de voleibol) se iban cantando las vocales; así el que sacaba decía a la vez que golpeaba la pelota “A”, el siguiente en golpear decía “B” … así hasta la “O”, porque la “U” se actuaba de forma distinta (si llegábamos a esa vocal … que esa es otra, casi siempre se acababa “la mano” antes de llegar porque se nos caía la pelota), la ”U” se hacía como un remate de voleibol, es decir dando una palmada (o puñetazo) hacia abajo y enviando el disparo hacia algún compañero con el fin de alcanzarle.

Si después de disparar la “U” la pelota da en un jugador, este perdía y recibía su correspondiente castigo, consistente en este juego en recibir un “cosqui” de cada participante. Estos cosquis empezaron siendo simples palmaditas, pero fueron degenerando hasta darse con el puño cerrado, pero con el dedo corazón (el largo, pa que no piensen mucho), aún encogido, pero ligeramente sacado del puño y era con ese hueso de la falange del dedo con el que se daba, con toda la mala leche del mundo, el “cosqui” en la cabeza del “amigo” … como casi todos nuestros juegos: “muy educativo”…

Por el contrario, si después de dar la “U” hay un jugador que consigue atajar la pelota sin que bote antes, el que “cae mala” es quién dio la “U”, así que no era tan “bonito” lo de ser el último … tan poco, que al final nadie quería darle, acabándose la partida muchas veces en la “O”.

¿Qué ocurría cuan/////¡ILLO, CÁLLATE YA QUE ME TIENES DE LOS NEEERVIOS! …¡TANTA PREGUNTITA, CONTARÉ LO QUE ME DE LA GANA! …

Lo curioso de este juego es que cuanto más jugábamos peor lo hacíamos, o sea, cada vez nos costaba más trabajo llegar a la “U”, tal vez fuese por el miedo a perder si dabas la “U” (antes explicado) o porque teníamos más picardía a la hora de mantenernos alejados de la “zona de tiro”, lo cierto es que incluso empezó a resultar aburrido (porque había “poca sangre”), hasta qué alguien “importó” de alguna playa o pueblo cercano el novedoso “1-X-2” … toda una revolución del juego ya que al ser tan corta la partida estaba casi garantizado que habría un final y por ende un perdedor, o sea, alguien a quién atizar …

Imagínense: si nos llevábamos jugando a eso dos horas (por ejemplo), cada “1-X-2” podría durar (incluyendo castigo) dos minutos, si jugábamos alrededor de 10 niños … esto significaba que (estadísticamente) al menos 6 veces te tocaba perder a ti, 6 veces que te daban un “cosqui” los otros nueve niños, vamos, que te llevabas más de 50 cosquis en un rato … en definitiva que cada vez que jugábamos a eso, volvíamos a casa con la cabeza bien calentita (y sin necesidad de gorro) …

Aún con nuestros defectos, “¡Demasiao bien nos hemos quedao!” …