Atendiendo a la sugerencia de uno de vosotros, volvamos a la infancia, esa entre los 7 y los 13 años, antes de envenenarnos con los aromas de las mujeres (que dejaban de ser niñas) y las embaucadoras fauces de lo prohibido y, casi siempre, podrido del mundo de los adultos …
Tras esta introducción (más que forzada, sudo tinta cada vez que pretendo escribir algo medianamente “decente”), os trataré de relatar cómo vivíamos de 12 a 16 horas diarias en nuestro colegio.
Por entonces en el colegio había jornada partida, es decir mañana y tarde, por lo que ya de por sí echábamos un buen puñado de horas allí, pero comencemos por el principio:
Desde que te levantabas y te comías el desayuno recién hecho por mamá (anda, dile a tu mujer que se levante para hacerte el desayuno, a la hora que me levanto yo 6:10 … ¡por hacer la prueba! … después me lo cuentas), mientras ella te estaba preparando la comida para el recreo ¡Qué maravilla!: esas tostadas (con pan bueno y, a veces, con “manteca blanca”) que aunque estuviesen frías y el pan un poco (bastante) reblandecido, pero que las comías cómo si de caviar Beluga se tratase; ó el pastelito que no te esperabas … eso si que eran alegrías; ó en el peor de los casos que te daba cinco duros para que te compraras un naranjito recién hecho en la panadería Peteco de la esquina ó un par de pastelitos “Nebrix Oro” en la “tienda de Garrido”.
Tras el recreo otro par de horas de clases; a la 1 salías corriendo del colegio “cual potro desvocao” y no parabas hasta llegar a casa, comías en un “plis-plás” y de vuelta al colegio para seguir jugando al juego de estuviese “de calentura”: bolinches, cromos, trompas, “jara”, “borriquitos escailones”, “mosca”, limas, pelotazos, béisbol, “el tirá pa-tras”, al golf (dándole patadas a una pelota de tenis) ó simplemente al baloncesto (si estaba la pista libre, claro, si no había que conformarse con unos triángulos que tenían las porterías del Menéndez junto a la cruceta superior).
Pero antes de irte a jugar tenías que “hacer la cola”, es decir, dejar constancia de tu llegada, colocando algún elemento propio sobre la línea de ladrillos (ó juntas del hormigón) dónde formaba la fila tu clase antes de entrar al aula; en un primer momento lo que se dejaba eran las propias mochilas, pero algún “hurto” o destrozo tuvo que haber porque luego dejábamos las mochilas en clase, así que para “hacer la cola” buscábamos una piedra y “nos quedábamos con su careto” para reconocerla cuando vuelvas a la fila; aunque siempre aparecían las trifurcas: “esa no es la tuya, es mía que la conozco porque tiene este pico “asín”” … ó … “¡tas colao!, he llegao antes que tú y mi piedra era la tercera y ahora el tercero eres tú …”
Una vez acabada la jornada escolar, el episodio de mediodía se repetía, es decir, “zumbando pa casa”, “trincabas” el “naranjito” en una mano, unas onzas de chocolate (que entraban rápidamente en proceso de fundición) en la otra y dándole “patás” al balón de baloncesto ibas de vuelta al colegio … que normalmente estaba ya cerrado, pero no importaba, teníamos “mañas” para saltarnos la tapia … y a seguir jugando hasta después de anochecer.
Lo de las meriendas era un auténtico espectáculo, sobre todo el ver al Rafael (el Gamba) como se “clavaba” esa barra, pero no de baguette, que antes ni las había … ¡de ½ kilo de pan de Peteco!, rellena con al menos 1/4 de mortadela con aceitunas, chorizo o lo que fuera y no le “daba pavia” a nadie … “¡qué hambre más canina tenía el gachón!” … y claro teníamos que esperarlo a que acabase semejante banquete o ponerse a jugar agarrando la barra con las dos manos.
Moraleja de la historia:
Íbamos al colegio y nos gustaba, lo considerábamos parte de nuestra vida y nos sentíamos identificados con él … ahora, ¿cuántos de ustedes sienten algo parecido con/por vuestro trabajo? …
Recuerdo perfectamente a Rafael con la barra......jajaja. Por entonces le sacaba una cabeza a todo el mundo (normal, con lo que se alimentaba)
ResponderEliminarLas meriendas eran algo especial. El "fuagrás" pamplonica, la nocilla, la manteca amarilla con azucar, la mortadela con aceitunas, el matruco de pan y el chocolate en la mano............, y encima jugando al futbol o al baloncesto o lo que fuera sin soltar el pan, no vaya a ser que el espabiliaillo de turno se apoderara de ella.
Además, recuerdo que cuando alguien llegaba con una merienda "novedosa", a la semana siguiente, todo el mundo merendando lo mismo.......jajaja
Un saludo catum
catum estos post son antológicos, qué buenos recuerdos del Menendez y no veas la memoria que tienes¡¡¡ me has hecho recordar esas crucetas de las porterías que servían de canasta.¿cómo te puedes acoradar del nombre de los pastelitos dorados? yo solo recordaba el papel, qué buenas cuñas se vendían también por allí.
ResponderEliminarEstabamos fritos por comer rápido pa volver al cole y echar otro ratito de juego, otro de los juego al que más horas le echábamos era el alemán, aunque era muy propio eso de las calenturas con los juegos, iban por rachas.
Nosotros del colegio bajábamos para el parque en el que o bien jugábamos al tira pa atras o al alemán en el parque de los cacharritos. Si había una mayor afluencia optábamos por el juego de la botella o al hombre lobo, esos dos juegos ya se hacían en el parque grande.
Este tema de la infancia da tela de juego, pero hay que tener mucha memoria para hilvanar las historias.
Saludos
jeje, Brother, ¡qué bueno!, el día que venía uno con queso fresco y "menbrillá" ... a la tarde siguiente todos con queso fresco y menbrillá ... por no nombrar los experimentos que gustaban a algunos ("el Pare", mi hermano pa quién no lo conozca): Chococrispis con mantequilla, bocadillos de patatas fritas con huevo ...
ResponderEliminarJosé María (te llamas así, ¿no?; igual hasta nos conocemos, pero no "termino de caé"): No es que tenga tanta memoria, sino que cuento lo que recuerdo; cada uno se acuerda de ciertas cosas, detalles que a otros se nos escapan, por ejemplo ese juego que nombras de "el alemán" ... no soy capaz de recordarlo.
Nuestro segundo "patio de recreo" era la Plaza de Málaga (la plazoleta: tanto la grande para el solitario, pelotazos, bolinches, limas, etc; como la chica para el futbol y el beisbol).
Me alegro que os gusten estas historias y gracias.
Nos vemos.
A mi también me has dejao cogio con lo del alemán Jose Maria
ResponderEliminarEn la plazoleta de málaga y en el parque de los enamoraos (así es como llamábamos entonces a la parte de abajo del parque, donde estaban los árboles. El porqué tenía ese nombre creo que no hace falta explicarlo) se jugaba tela a SOLITARIO. Algunos se escondían debajo de la fuenta grande que había en la parte de abajo del parque
Hablando del solitario, siempre presumía de ser capaz de subirme a todos los árboles de la plazoleta y había uno en concreto (por la parte de la plazoleta chica), un "pino raro" de esos que tenía las ramas caídas por lo que se tapaba todo el tronco ... pues allí no me encontraban nunca; y aún recuerdo otro escondite mejor: en los setos que había por todo el perímetro, te tumbabas en "los pies" es éstos y "echabas pabajo" algunas ramillas pa taparte ... ¡horas se pasaban buscando!.
ResponderEliminarBonitos recuerdos, siempre es agradable volver a la infancia, esos años de juegos y sin responsabilidades a la vista.
ResponderEliminarPero una puntualización a tu escrito. A ver sr, Catum, qué es eso de " anda, dile a tu mujer que se levante para hacerte el desayuno, a la hora que me levanto yo 6:10 … ¡por hacer la prueba! … después me lo cuentas " ¡Siempre comparando, que no, que las esposas no somos las mamás de los esposos, que somos las mamás de nuestros hijos! Solo nos levantaremos a hacerle el desayuno a nuestros niños, ¡como está mandao! A ti ya se te pasó el tiempo de eso, jajaja.
¡Ays, qué nostálgia más grande me has despertado!
He olvidado decirte anteriormente que me he tomado la libertad de agregar tu blog a mi lista de blogs seguidos, si no te parece bien, por favor házmelo saber.
ResponderEliminarSaludos.
Os explico si no recuerdo mal, el alemán consistía en un portero y dos o tres jugadores, éstos tenían que meter un gol pasándose el balón sin dejarlo caer, solíamos jugar en el arco rojo que había en el parque de los cacharritos, lo que no recuerdo bien era el sistema para ganar o quien se la quedaba de portero, lo que si recuerdo era que salían chicharros bonitos y la típica frase, "es que te la ha puesto tela de rica". Yo creía que era un juego más extendido o a lo mejor es que se llamaba de otra manera, nosotros le llamabamos así. Al Solitario también le hemos hechado tela de horas en ese desaparecido parque.
ResponderEliminarUn saludo
Que bueno catum, hacia años que no me acordaba de tantas cosas de nuestra niñez. hace tiempo que sigo tu blog y te animo a que nos sigas rescatando de de nuestra rutina laboral y nos devuelvas a aquellos años.
ResponderEliminarBien catum, no sólo hemos perdido estos ratos nosotros, sino también las nuevas generaciones, ya que hoy es impensable imaginar a nuestros hijos viviendo estas experiencias. Hoy todo está cada vez más organizado, hay actividades de todo tipo, pero echar el rato de forma libre y espontanea y con tanta imaginación en los juegos se ve cada vez menos. Sigue así catum, nuevamente me has tocado la fibra.
ResponderEliminarP.D: Fíjate si me gustaron tanto los ratos del colegio, que hoy día trabajo en uno de ellos.
Gloria: por partes:
ResponderEliminarNo es que recrimine a mi mujer por no levantarse a hacer el desayuno, simplemente es hacer notar cómo ha cambiado el papel de la ama de casa. Como digo muchas veces, "tuve mujer hasta que llegaron los niños ... después la perdí".
Me alegro de que agreges este blog a tu lista (yo haré lo propio con el tuyo).
Jósé María, a pesar de la explicación sigo sin hacer memoria, tal vez como mis amigos éramos mas de baloncesto no jugásemos a eso.
¡HOMBRE GAMBA! por fín te decidiste a comentar. ¿Te has enterado de lo del 26? (creo que si, pero te digo someramente que hemos quedado para vernos en Valverde). Pues nada, me alegro de verte por aquí y n te cortes en dejar comentarios, así estamos en contacto unos cuantos.
Pedro: Te digo lo mismo que a Rafa, me alegro de verte por aquí de nuevo y que te gusten estos "flashback" de nuestra niñez, que como bien comentas en nada se parecerá a la de nuestros descendientes.
Saludos y gracias a todos.
La leche! (otro de esos post que a los jovenes abuelos nos encantan!!)
ResponderEliminarDesde luego que el bocadillo del gamba es digno merecedor de un post entero para él solito (jajaja), que hay que ver el bicho los "montaditos" que se metía entre pecho y espalda!...los recuerdo de todas clases...hasta con lechugilla asomando por los bordes (corríjeme si me equivoco) que ni la baguette más currada del Boston lleva lo que llevaban los de "mami Pepa"...Esos bocatas son para mí un icono más del antiguo Menendez y Pelayo (a la altura de las viejas porterías y demás historias que tanto se recuerdan) y de mi infancia en general (que he tenido la suerte de compartir con tan buen amigo)
También me han venido muchos recuerdos de esos bocatitas que nos echaban las madres para el desayuno...aunque he de reconocer que cuando tocaba pan tostado con manteca blanca, como te descuidases, se iba endureciendo el joío y cuando lo sacabas de la bolsilla, casi que podias atarlo con una cadena a un palo para irte a las Cruzadas (ni los chuscos de la postguerra oiga...que le ponías una puya, y hala, a jugar al trompo...). De todas formas, se agradecía mucho cuando aparecía el pastelito que comentas (esos pequeños lingotes de oro) o las galletas con nocilla, que con el calor y la jarana que les dabas, se espachurraban y te encontrabas toda la nocilla refregá por la bolsa y al final, cuando te comías las galletas, parecía que habían pasado antes por las manos del niñato de Oreo (..el mamoncete se había chuperretao toda la crema!!!)...muy buenos recuerdos en cualquier caso..
Genial el post tocayo, de veras.
Jóse, "me abrumas" con tus comentarios, cuando son estos los que realmente tienen valor.
ResponderEliminar¿Qué decir del amigo Gamba? ... sinceramente no he vuelto a ver a nadie claverse 1/2 kilo de pan "relleno" de una "asentá".
Sin embargo discrpo contigo en una cosa, las tostadas, al menos las que me hacía mi madre, se reblandecían, aunque las de empella algo menos.
Saludos
Oh, afortunado de tí...que nunca cataste tostadas con pan del día anterior...que vale que recien tostado está tierno...pero deje usted pasar media mañana desde que salieron de la tostadora y cuando salga al recreo, si tiene valor, se lo tira a la cabeza a alguien...(6 años y un día por intento de homicidio con agravante de alevosía porque el pan era de pico)..ya te digo.
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