Hace tiempo que quería relataros esta senderitis, concretamente desde que el mes pasado os contase la primera etapa, pero precisamente llevamos un mes sin tregua en el que los días más chungos de la semana son siempre los Sábados y Domingos (climatológicamente hablando, claro). Pero para éste pasado Sábado daban bueno, así que me armé de valor (y viandas) y me puse “en el camino”.
COLMENAR VIEJO – CERCEDILLA (2º Etapa del Camino de Santiago madrileño)
Aprovechando que un amigo tenía que ir a Madrid el Sábado temprano, me fui con él y me dejó en esta bonita rotonda de Colmenar Viejo pasados unos minutos las 8:30 de la mañana, con el Sol empezando a deslumbrar (“escandilá”, que diríamos nosotros) detrás de la escena campestre.
Como Colmenar no es, ni de lejos, el pueblecito que sería hace pocos años, me llevó casi media hora atravesarlo hasta salir dirección Noroeste por el “Camino Bajo de Cerceda” (el alto, digo yo que, será la actual carretera), desde donde tenemos una excepcional vista de aquello que un día os nombre (no hace mucho) que se llamaba “La Cuerda Larga”, al fondo tras una ruinosa vivienda de una de las muchas explotaciones ganaderas.
Así, por una cañada encajonada entre los muros de piedra de las fincas, se llega en casi hora y media al Rio Manzanares, cruzándolo por un puente de origen romano (según he leído por ahí) llamado “Puente del Batán”, por encontrarse en sus inmediaciones un batán, que no es más que un molino de agua, pero no para moler grano como los que tenemos por nuestro entorno valverdeño, sino para transformar tejidos (para más información: Wikipedia, como siempre …)
Desde aquí toca subir, suave pero ininterrumpidamente durante más de una hora, continuando por la Cañada Real Segoviana, ahora más ancha y con mejor firme, hasta llegar al desvío en dirección Manzanares el Real. Justo allí han construido una fuente-abrevadero, lugar que aproveché para sacar el “zumito de melocotón con pajita” que le quité a los niños y varias galletas de Principe de “Pekelá” (como siempre se le ha dicho … ¡vaya usted a saber cómo se escribe!).
Tras 25 minutos de descanso y repuestas las energías, me encamino, ahora en bajada, hacia Manzanares el Real, hermoso pueblo, famoso por su Castillo (del cuál también os hablaré esta semana), a los pies de La Pedriza y bajo la atenta mirada de su coloso “El Yelmo”, el cuál se ve espectacular en las cercanías del pueblo:
A la salida, se encuentra lo que queda del “Castillo Viejo” (que no es el famoso), en parte expoliado para la construcción del otro castillo, ya que lo usaron como cantera:
Salimos de Manzanares por el “Camino de El Boalo” (el trabajito que me costó leero correctamente … siempre leía “el Bolao”, que ya se que sería con V, pero ¡hasta leyendo tengo faltas de ortografía! …), bordeando la mencionada Pedriza pronto llegamos a un alto dónde a la izquierda se ve el mencionado pueblecito y a la derecha la verja de la ganadería con los postes marcados por la rutas que por allí pasan, en concreto la GR-10 (marcas rojiblancas) y el llevado Camino de Santiago (fechas amarillas), al fondo la “Cuerda de los Porrones” y más "payá" La Maliciosa, a cuyos pies se andan los siguientes kilómetros hasta llegar a Mataelpino.
Pero antes de eso, nos encontramos con esta bucólica Ermita de San Isidro, que “con ná que la vi me dije: ¡qué buena romería hacía yo aquí! …”
Mataelpino, otro pueblecito (aunque para ser franco he de decir es una pedanía, ya que el pueblo lo conforman tres entidades: el anteriormente mencionado El Boalo, Cerceda y éste) nos recibe con los brazos abiertos, mejor dicho: con las alas abiertas, las de este águila culebrera de acero (como dice siempre Mipapi: “el hierro no existe”) dando caza a una “bicha”; al fondo, la Cuerda de los Porrones va quedando atrás.
Pasaban ya las 4 horas de marcha efectiva y el hambre y el cansancio empezaban a hacer mella … (bueno, eso y la “azosnagaera” que llevaba ya, de hecho tuve que meterme entre unos arbustos para quitarme los calzoncillos de algodón empapados en sudor que me estaban dejando el culo como si me hubiesen pasado por la piedra una tribu de negros africanos …); así que andaba buscando un lugar apropiado para sentarme a descansar y zamparme el bocata de chorizo Revilla con queso que llevaba en la mochila … y ¿qué lugar más propio que este?:
Bajo un gran enebro, con La Maliciosa al fondo, descalzado (y descalzoncillado) y con el Sol que incluso a esas horas del mediodía llegó a calentar … me supo a “gloria bendita”, ni en el mejor de los restaurantes hubiera comido más a gusto. Tras la ingestión de alimentos, pequeño automasaje muscular, llamaditas telefónicas a “Miposa” y “Micuñi” (… esto ya ha quedao pelín forzao ¿no? … bueno, a mi cuñada Belén ya que hemos vuelto a ser titos de otra niña … a ver cuando se animan en la familia a tener un machillo, que yo ya he cerrao la fábrica … al menos la producción …).
Con 45 minutos de reposo “va que chuta”, así que de vuelta a las andadas, por un senderito paralelo a la carretera y luego bordeando una de las muchas urbanizaciones modernas se llega a Navacerrada, pueblo al que tampoco se entra, pero si que se roza su casco llegando a esta más que original rotonda de acceso; como bien saben no tengo “ni papa” de arte (y mucho menos del arte moderno), pero esta composición, no se por qué, pero me encanta.
Desde aquí se supone que quedan 5 Km. para llegar a Cercedilla, pero sinceramente creo que hay algunos más, por lo menos hasta la estación de tren, mi meta, ya que de allí partimos para hacer la tercera etapa (próximamente en “este nuestro blog”); se me hizo interminable ese trayecto por una carreterita semi abandonada, aunque al menos te regala alguna que otra estupenda vista, como esta de Siete Picos (que sigo contando 6).
Al fin llego a Cercedilla, se pasa por delante del Ayuntamiento y aunque el pueblo es más largo de lo que parece, tras 6:30 de “pateo efectivo” y casi 8 desde que salí de Colmenar, consigo llegar a la estación, dónde había quedado con Miposa e hijos: “anda niña, échame una foto con el pardellos, que si no esta gente no se va a creé que me pegao esta paliza”:
Las consecuencias: las que conté antes, no os enseño una foto del estado de mis posaderas porque aunque no os lo creáis “me da vergüenza” … y más en ese estado … menos mal que el “Halibut” es mano de santo (pomada “pa los azosnagaos”) y al día siguiente estaba otra vez subiendo al Cabezo del Telégrafo …
He intentado ser breve pero una caminata como esta, tan larga y (¿por qué no?) bonita es difícil resumirla más. Espero, como siempre, que al menos os gusten algunas fotitos … y también, como siempre os animo a que vengáis a visitarme en verano y os acompaño a hacer una burrada de éstas … si queréis, claro, porque el “birreing” también me sigue gustando … (muuuucho más …)
Que estupendas senderitis te haces Catum,oye el tema fotografico..tampoco se te da nada mal...Nos estas dando a conocer gran parte de la serrania Madrileña,asi queeee...tu "palante" con tus senderitis y con tu gracia particular pa contarlas, que me he hartado de reir con lo del zumito con cañita y galletas incluidas y con la crema "halibut"jajajajajajajajajajajaja.....eres unico!!!!....Saludos y que los hados nos sean favorables....Besos...The Vamp
ResponderEliminarVampiresa: Pues al menos en la senderitis de hoy, si que se ha recorrido buena parte de la sierra ... respecto al Halibut, es más que aconsejable, es la mejor pomada que usado nunca, por muy mal que estés, al día siguiente como nuevo.
ResponderEliminarBesos
Que bonito, me encanta como lo narras y me rio un montón, yo esa parte de Madrid no la llegué a conocer, yo vivia en Parla ( donde se va a mamarxxxx)y esa parte era mu llana, por alli no habia cabezos. Besitos
ResponderEliminarEsa zona de Madrid no tiene nada que ver con la sierra, está mucho más urbanizada y el poco campo que queda es más llano que un charco helado; aunque alguna ventaja seguro que tiene, por lo menos no hace tanto frio como por aquí arriba.
ResponderEliminarMe alegra que te gusten las "senderitis", como suelo decir: no se si entretienen o aburren al personal, porque aunque trate de contarlo lo más ameno posible hay que reconocer que a la mayoría seguramente le importará un bledo lo que ande o deje de andar ...
Besos