Desde antes de la Semana Santa tenía intención de relataros esta ruta (de hecho empecé a escribirla), pero por H o por B, nunca llegué a contaros … ahora sucederá lo mismo con las caminatas que me he pegado por allí estos días (Valverde, Sotiel, Galaroza, etc), incluso ya tenía titulo para la saga de entradas, al más puro estilo Telecinco: “7 días, 7 rutas” … pero no va a poder ser, al menos por ahora, ya que usé para los reportajes la cámara de “Mipapi” … y como tó se deja pa última hora, resulta que al intentar bajar las fotos al PC … ¡no trae cable USB! (ni tiene lector de tarjetas) … totá que lo dejaremos para el verano … pero vamos a lo que vamos:
LA MUJER MUERTANo se si recordarán, del día que os conté la tercera etapa del Camino de Santiago madrileño, que justo al llegar a la ciudad de Segovia, si miramos hacia el Sur vemos la siguiente imagen (por cierto bastante clara ese día), con la cuál creo que no será necesario explicaros el por qué de su topónimo:

Pues esa “cuerda” (entre la cabeza y los pies de la silueta) es lo que pretendíamos hacer aquel día el amigo Javier y “el menda”, aunque claro, allí no se llega en helicóptero …

… Partiendo del Valle de la Fuenfría (bien conocido ya por vosotros de otras senderitis), subimos por el Camino Romano … ¿recuerdan que ya os hablé del Camino Romano de la Fuenfría, incluso os mostré puentes y todo? (
Ver entrada), pues ... lo que pasa por no pararse a leer bien los carteles … resulta que esos empedrados y puentes no pertenecen al trazado original romano, sino a la llamada “Calzada Borbónoca”, que Felipe V mandara a construir allá por el s. XVIII para facilitar el paso de la corte a su lugar de veraneo, el Palacio de la Granja de San Ildefonso (un pequeño “Versalles” que se construyó en el pueblo segoviano homónimo y que tengo muchas ganas de visitar … ya os lo mostraré algún día …). Para el que tenga más curiosidad os dejo la foto de uno de los cartelitos explicativos:

La subida por el Camino Romano (verdadero) se hace sin mucha dificultad, con una pendiente casi constante y casi sin restos de tal camino. Ya era extraño que se conservaran en tan buen estado aquellos puentes que yo creía de más de 2.000 años; por el contrario, el pasado verano se reconstruyó lo que los romanos usaron para cruzar este arroyo, comprobando que no se complicaban tanto, ya que para aliviar el caudal normal de éstos bastaba con construir un vado con grandes piedras a modo de escollera, de modo que el arroyo discurría sin complicaciones por las oquedades que éstas dejaban entre sí, como pueden comprobar viendo al compañero cruzar …

En algo más de media hora alcanzamos el Puerto de la Fuenfría y desde allí, sin más descanso que un par de fotografías (suyas, porque nosotros ya lo tenemos más que visto ¿no? … a quién no le vuelvo a remitir al enlace anterior), partiendo de inmediato rumbo al Collado Minguete, que une el Cerro del mismo nombre y el Montón de Trigo, evitando así tener que hacernos algún dos mil de más. Allí estaba nublado, así que poco os puedo mostrar.

Por el contrario, bordeando al mencionado Montón de Trigo, llegamos a otro collado, el de “Tiobarra”, donde apenas veinte minutos después, las nubes ya habían subido al calentarlas el Sol que empezaba a apretar. En la imagen anterior, pueden ver como al fondo, detrás de mi, se distingue la cima de Peñalara (la montaña de la nieve de hace pocas fechas) aún con un manto de nubes en su falda. En la siguiente, mirando hacia el lado opuesto, vemos el Valle del Rio Moros (ya estamos en la provincia de Segovia) y sus dos embalses, por dónde pasaremos unas horas más adelante:


Reconozco que no soy lo buen fotógrafo que me gustaría, claro ejemplo es esta imagen (la única que saqué): se trata de los restos de una trinchera de la Guerra Civil, que controlaba el paso por este collado de tropas hacia la Capital; en la realidad se aprecia perfectamente la zanja y peto de piedra … incluso se veían algunos “nidos de ametralladoras” adelantados a la trinchera … aunque viendo esta imagen no se si se podrán hacer una idea (lo siento).
Continuando con nuestro recorrido, miren qué visión se tiene del Pico de la Pinareja (la frente de la Mujer Muerta), desde el mencionado Collado Tiobarra … vamos que se le quitan las ganas a cualquiera de seguir caminando …

En esa misma imagen, pueden apreciar como a mitad de subida, lo que es un camino pedregoso se convierte en un eral de enormes piedras, que no hay más remedio que ir saltando, cual cabra montesa, de una a la siguiente hasta alcanzar la cima … con lo que ello cansa. Justo antes de entrar en el pedregal fue cuando hicimos la primera parada, principalmente para “cambiar de gomas”, es decir, dejar las Nike Air Running en la mochila y calzarnos las Chiruca (que pa eso es pa lo que valen).

Una vez en la cima, de nuevo nos sorprende la niebla, no que nos priva de contemplar las, más que seguro, espectaculares vistas que nos depararía esa cima a 2.197 m. de altitud …; sea como fuere, “allí estaba er tío” … como si tal cosa, como si le hubiesen echao la foto en la cola de Correos (por cierto: vaya colas se forman en la Oficina de Valverde … voy a tener que hablar con alguien de por aquí para que pongan más gente a “despachá” … a mi por ejemplo …).

La bajada de este pico no es mucho mejor, vean ¡qué pedregal más “de P.M.”! … y al “chulillo” de antes como se queda parado mirándolas … no se cómo no salgo en la foto rascándome la cabeza, pensando dónde carajo poner el siguiente pié …

No sin esfuerzos (ni riesgos), conseguimos bajar al siguiente collado y acto seguido subir al siguiente pico (lo que serían las manos sobre la barriga de La Mujer), es la llamada Peña del Oso, curiosamente con la misma altura que la anterior: 1.196 m … (vaaaale, varía un metro, pero, ¡hombre, no me sean tan exquisitos! … que 1 metro … ¡en poya es una barbaridad! … pero en montaña, vamos, que quién sea capaz de distinguirlo a simple vista, a mi que no me dirija la palabra … ¡qué miedo!, ¡qué bicho más raro tiene que ser!…).
¿Qué por qué se llama “Peña (o pico) del Oso? … no se si os habréis fijado, en un detalle del vértice geodésico de su cima, pero os lo amplío a continuación para los despistados. Recalcar que el pequeño lo han colocado en los últimos años, siendo el erosionado el original y el que da nombre a la cima:

Una vez allí, paramos un buen rato en uno de sus vivac, refugiados del fuerte y frío viento, para comer y recuperarnos un poco, no en vano llevábamos más de 1.000 m de desnivel acumulados y con lo más duro del recorrido a nuestras espaldas … ahora quedaba un largo descenso al siguiente collado (sin nombre, que yo sepa), entre piornalles y pedregales, antes de afrontar la última cota, el Pico de Pasapán … vamos, lo que se ve en la siguiente imagen … aunque también se ve que tras este, el cordel montañoso continua, comprobando en su mapa que todos ellos aún superan los 2.000 m. y habiéndonos propuesto subir todos los dos miles madrileños este verano … ¡hay que subirlos! … pero otro día …

Fotito de rigor de “Oiarzabal” en la cumbre del Pasapán (2.001 m.), con la Peña del Oso detrás y el Montón de Trigo al fondo a la derecha (como los cuartos de baño, siempre que preguntas por ellos …)

Cansa, el simple hecho de leerlo … no se qué, pero algún premio le tendré que dar a quién se lea hoy el relato entero …, continuemos: Bajamos el Pasapán, llegando al puerto del mismo nombre, cruzado por una de tantas pistas forestales por donde, curiosamente, transcurre otra GR (no se cuál) según se ve en las marcas rojiblancas de algunos postes. Allí, ya algo cansados (no se si se nota), nos paramos a beber algo de agua y volver a cambiar de calzados … definitivamente las botas de montaña son insoportables para largas caminatas.

Por unos caminos, a ratos cómodos, a ratos empinadísimos … tanto que era mejor echar a correr para no hacer tanto esfuerzo en frenarse (aún con el riesgo que conlleva de caídas) … llegamos al fondo del Valle del Río Moros (done los pantanos que os mostré al principio). A ese río pertenece la foto siguiente, en el puente que lo cruza justo en la cola del segundo de los pantanos, el menor.

Por esa amplia y cómoda pista forestal continuamos los siguientes dos o tres kilómetros hasta que llegamos al vallecito que nos ha de llevar hasta el Collado de Marichiva (entre Peña Bercial y Pico del Águila) que separa los valles de la Fuenfría y el Río Moros; pero es en ese lugar, antes de emprender la subida al citado Collado, donde nos paramos a comer (ya eran pasadas las dos) en un prado junto a una pequeña represa:

¿No ven nada especial en ella? … os daré una pista: miren en la parte inferior derecha … ¿aún no?, venga os lo pongo en grande:

¿UN DIQUE CON TAPON DE CORCHO? … ¡Increíble pero cierto! …
Tras “clavarnos” los bocatas, subimos a Marichiva por una antigua pista, que aunque es cuesta arriba se sube bastante bien (a pesar de llevar los estómagos llenos). Una vez allí solo queda retornar al coche por una senda bien conocida (con un viaje de piedrecillas sueltas) y terminar en algo más de 6 horas de marcha real (7 horas y media contando los descansos) los aproximadamente 22 kilómetros de ruta de montaña … la primera “en condiciones” de la temporada, pero esta no ha hecho más que comenzar …