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Ayer hice un comentario en el blog de Manolo Cayuela donde nombré a mi profesor de 4º y 5º de EGB Don Fernando, fue nombrarlo y venírseme a la cabeza montones de anécdotas de aquellos años. A modo de las “introspectivas” con las que nos ha deleitado Manolo Becerro este verano os intentaré relatar una de aquellas situaciones en las que el miedo y la risa se daban la mano y que, a buen seguro, mis compañeros de aquellos años recordarán.

Antes de comenzar con el relato comentar, para quienes no lo conozcan, como era Don Fernando, ya con el hecho de que aún le siga llamando “Don” da una idea de su persona: era un maestro a la antigua usanza, buén profesor en cuanto a explicaciones y transmisión de conocimientos se refiere (o al menos a mi me lo parecía, tal vez porque por aquellos entonces era yo mejor alumno que él profesor), pero con unas metodologías un poco “arcaicas”. Era de los que mandaban a un niño de 9 años a cruzarse el pueblo para que le echara la quiniela, le recogiera un paquete de Correos (un poco de publicidad a mi empresa) ó simplemente para que comprara “arazú Zara” al cual estaba enganchadito, bueno al “arazú” y a las uvas en aguardiente, que por cierto al final de cada trimestre nos ponía en fila y nos daba una uva en aguardiente a cada uno. Por no hablar de los castigos … todos los imaginables, desde el típico de rodillas mirando a la pared con los brazos en cruz y dos libros en cada mano, pasando por tirones de orejas y regletazos, hasta el más genuino y marca de la casa que consistía en “enfrentarnos” de dos en dos y descargar su ira chocándonos frente contra frente. Imaginen por un momento que vuestro hijo (sobrino o primo) tiene un profesor que lo usa para hacer recados, le da aguardiente y le calienta día si y día también … ¡inaudito! ¿verdad?, pues todavía lo recuerdo con cariño (ya he dicho varias veces que algo de masoquilla tengo).

La clase estaba distribuida en tras filas y en la primera estábamos (ya no recuerdo muy bien el orden): Pepillo (el “utillero” de la Olímpica), Juan Manuel Nieto (hoy farmacéutico), Pedro Luis Lazo (empresario del calzado al que por cierto veré esta semana por aquí, se celebra “Modacalzado” en el Ifema de Madrid y él viene), Ernesto Rodríguez (delineante en el estudio de arquitectura de su padre homónimo), el que suscribe, y a mi lado derecho Francisco Javier Romero (hoy Guardia Civil destinado en Valverde), el resto de la fila no entró en este siniestro juego, aunque ellos y el resto de la clase si que participaron en la risotada general.
Todo comenzó cuando al primero de la fila (creo recordar que era Pedro Luis) le dio una leve palmada en la nuca al que estaba en segundo lugar y le dijo … “pasa la bola”. ¡uuuuuuuuffff!, ¡ya estaba la guerra declará!; ahí va el segundo (creo que Pepillo) al tercero (Nieto, si no me equivoco): “pasa la bola”, pero ya la leve palmada era más bien palmada a secas; el tercero al cuarto … la bola era cada vez más grande y en lugar de dar una palmada ya eran cosquis de contundencia considerable … así hasta que me llegó y recibí semejante guantazo que me quedé con los iodos pitando un rato, acompañado de un susurrito apenas audible … “pasa la bola”. A mi lado Romero, que no se porqué le teníamos todos ganas (quizá el 6º sentidos de los niños nos hacía prever que iba a ser “picoleto” de mayor), con la nuca caliente y la mano con ganas de calentarla … le “indiñé” un ostión que se sintió en toda la clase, tanto que Don Fernando (que estaría seguramente leyendo su periódico) lo oyó y se levantó como un resorte buscando al culpable … ¿Quién ha sido? (todos callan) … HE DICHO QUE ¿QUIÉN HA SIDO? … titubeante y con más miedo que el Bernabeu con un corner en contra, tímidamente levanté la mano y un sollozo salió de mi garganta temblorosa … “yo”, enseguida se dirigió hacia mi lugar preguntándome:
- ¿Qué ha sido eso?
- Es queeee… estábamos jugando aaaaaa …“pasa la Bola”, Don Fernando.
- Pues … ¡trae “pacá” esa bola!.
En ese momento la primera risotada general de la clase, ya que todos sabían de que iba el asunto menos el profesor.
- ¿Qué pasa? ¡Dame la bola!
- No, Don Fernando, no hay bola, es que es un juego que se llama así.
- ¿un juego? ¿y la ostia que he oído?.
- Si es que el juego consiste en darle una “colleja” al de al lado y le dices “pasa la bola” y éste le da al siguiente …
- Y ¿Quiénes eran?
- Pó…. Pepe, Pedro Luis, Nieto, Ernesto, Romero y yo.

Enseguida Romero trató de zafarse alegando que él solo había recibido pero no había dado … y no le faltaba razón, pero cayó también … el final se lo imaginan ¿no?: nos colocó de dos en dos enfrentados y recreándose fue dándonos “chocazos”, lo cual a nosotros no nos hacía ni pizca de gracia, pero al resto de la clase parece que le divertía el sufrimiento ajeno, las risotadas eran continuas y bien recibidas por el profesor … lo que no sabían ellos era que tarde o temprano todos terminábamos cobrando.